El miércoles pasado comentamos los capítulos V hasta el XV de la segunda parte de Don Quijote de la Mancha. La sesión estuvo animada por la asistencia de Paco, cervantino acérrimo (en la primera acepción del término). El dodecafonismo de Schoenberg, la dudosa etiqueta de barroco aplicada a la literatura, la narrativa transgresora de Copi, la mirada fija en el horizonte de Alain o el drama em gente de Pessoa formaron parte de la animada conversación. Paco dio en el clavo al citar a Ayala y sentenciar, «se trata de dos obras distintas con unidad de tema y unidad de personajes». En efecto, a medida que avanzamos la lectura de la segunda parte, la mayor parte de nosotros concluimos que la continuidad entre una parte y otra viene dada por ese par de personajes extraños cuya autonomía y casi independencia (como buenos españoles que son) literaria nos hace gozar.

Sobre Pessoa hay un libro muy bueno que se titula La vida plural de Fernando Pessoa. A mí me parece fundamental para comprender la obra del poeta portugués.

Os animo a introducir comentarios sobre cualquiera de los temas que venimos tratando en las sesiones así como sobre cualquier otro que os apetezca. 

Estimados amigos/as:
 
Adjunto os remito el calendario de lecturas compuesto por fechas, títulos, autores, editorial y número de páginas desde el mes de julio hasta el de diciembre. En agosto descansaremos. Me gustaría resaltar los siguientes puntos:
 
1. A partir de septiembre dedicaremos el último miércoles de cada mes a la lectura y comentario de Don Quijote de la Mancha. Esta es una buena manera de hincar el diente a una de las mejores novelas jamás escritas.
 
2. Tomaremos el pulso a dos autores del XIX, tan grato a tantísimos lectores, Charles Dicknes y Fiodor Dostoievski. En efecto, ya leímos Crimen y castigo, ¿por qué abordar Los demonios? Esta pregunta la respondimos en las sesiones que dedicamos al autor ruso hace no demasiado tiempo. En tiempos convulsos de protestas colectivas y desazón ante la realidad, el texto de Dostoievski es lectura (casi) obligatoria.
 
3. Kleist es uno de esos olvidados cuya lectura suele deparar sorpresas agradables. En El terremoto de Chile plantea una cuestión fundamental: ante el desastre, el inforunio del destino, la injusticia aparentemente natural ¿qué explicación cabe? Me permito sugeriros que tengáis presentes los comentarios que se hicieron a El sobrino de Rameu y El extranjero de Camus. Si alguien se atreve, podría consultar El concepto de la angustia, de Kierkegaard, donde se siembra la semilla de la corriente existencialista.
 
4. Amos Oz es un buen novelista. Lo sitúo al nivel de Coetzee aunque Natividad Sio afirma que está uno o dos escalones por debajo. NS manipula a su antojo a la legión de escritores de fama mundial y, como soldaditos de plomo, los coloca de manera arbitraria a distinto nivel. Puestos a entrar en el absurdo y diabólico juego masculino de mesurarlo todo, mi vara de medir es otra: hay o no hay, vale o no vale. En este caso, la respuesta es afirmativa.
 
5. Creo que a Evan S. Connell y a Etgar Keret no los ha leído casi nadie.
 
6. He intentado situar los libros en el calendario de manera óptima para el lector. Sé que son muchas páginas, pero la mayoría de ellas son buenas.
 
 
Os agradezco vuestro esfuerzo y comprensión. Mientras me abrevo en las deliciosas páginas de los libros que conjugan química, fisiología, matemáticas y una prosa plúmbea, os deseo una felices Hogueras.
 
 
Vuestro coordinador.
 
 
Julio
 
Día 6: La bicicleta estática, Sergi Pàmies. Anagrama, 128 páginas.
Día 13 y 20: Mrs. Bridge y Mr. Bridge, Evan S. Connell. Seix Barral, 640 páginas.
Día 27: La verdadera vida de Sebastian Knight, Vladimir Nabokov, 186 páginas.
 
Septiembre
 
Día 21: Casa desolada, Charles Dickens. Valedemar, 1087 páginas.
Día 28: Don Quijote de la Mancha, varias ediciones.
 
Octubre
 
Día 5: Casa desolada, Charles Dickens.
Día 19: Un hombre sin cabeza, Etgar Keret. Siruela, 192 páginas.
Día 26: Don Quijote de la Mancha.
 
Noviembre
 
Día 9: Los demonios (vols. I y II), Fiodor Dostoievski. Alianza Editorial.
Día 16: Los demonios.
Día 23: El terremoto de Chile, Heinrich von Kleist. Atalanta Editorial, 176 páginas.
Día 30: Don Quijote de la Mancha.
 
Diciembre
 
Día 14: Una historia de amor y oscuridad, Amos Oz. Siruela, 640 páginas (hay edición de bolsillo en la editorial De Bolsillo, más económica, dura menos, se estropea antes. Una bibioteca debería sobrevivir a su poseedor y formar parte de la cadena de la tradición).
Día 21: Don Quijote de la Mancha.

III Edición del Premio José Ferrer Esclafit de la barraca Els Chuanos.

 

Según Natividad ningún autor «maneja más de cuatro o cinco ideas» a las que no para de darle vueltas. Bien, por esta razón Philip Roth casi se queda sin premio. Dentro de poco habrá que aportar un certificado de penales para presentarse a un premio y tener posibilidades. Los años en el seminario contarán positivamente. Roth habla «de cuatro o cinco ideas», pongamos que son el sexo, el dolor, la muerte, el judaísmo y el envejecimiento (por ceñirnos al número). En realidad Roth escribe sobre la vida y eso le convierte en un autor incómodo, exasperante, repetitivo, pero también fascinante y, me atrevo a escribir saltándome toda regla de prudencia, imprescindible. De las definiciones de ser humano que me parecen más acertadas destaco tres:

1. Máquina de generar documentos sígnicos.

2. Concentrado de tiempo de duración determinada.

3. Un mero recuerdo en la mente de los amantes.

Es evidente, la antropología moderna reduce al ser humano a ser que necesita historias (o como escribiría Marías, que necesita ser contado historias). Y Roth las fabrica rotundas, completas y contundentes. También Natividad le niega «frescura». El adjetivo de moda entre los modernos es fresco. Por ejemplo, una novela fresca es fácil de leer, no contiene ideas, los personajes son planos, el argumento está basado en las nuevas tecnologías o en la influencia del consumo de sushi en las relaciones de fin de semana o en la renovación gramatical de la mano de twitter, messenger o facebook y el final está cargado de esperanza tipo new age (la próxima relación será más completa que las anteriores porque el personaje ha madurado). Son malos tiempos para la lírica.

 

 

 

Hoy, desde Las Terrazas del Castillo, podía imaginar una exposición permanente sobre Kafka en el Castillo de Santa Bárbara. Sonaría música de John Cage, los Antònia Font, Webern. Desde el castillo Alicante muestra varias caras. El norte parece Orán, edificios blancos caóticamente dispuestos bañados por una capa fina de arena. Una ciudad extraña que vive dando la espalda al mar e ignorando el monumental peñasco sobre el que se alza el castillo. La principal vía de acceso es esencialmente franquista. Edificios descomunales en pura exhibición de la impune especulación, carteles publicitarios atroces, luminosos agresivos, leones broncíneos virilmente erectos sobre la cúpula palaciega prostibularia, níveas prostitutas rumanas al caer la noche. Uno siempre encuentra excusas para marcharse de su ciudad. A mí el más sincero me parece Plá quien reconoce haber viajado hasta Buenos Aires tras el perfume de una mujer argentina (ya no sé si esta anécdota es apócrifa o se la leí a Arcadi Espada o me la contó Natividad para fastidiarme un poco cuando le reconocí que el olor a suavizante de las sábanas de casa de su madre me recordaban muy proustianamente una entrepierna centroeuropea). En la plaza de la Montañeta apenas quedaba huella de esa porción de indignados que prometieron inflamar la nauseabunda vida política española. Yo me marché porque no me permitía extraviarme entre sus calles a la busca de Lucía, mi compañera de pupitre de quien me enamoré muy platónicamente. En realidad no somos más que una serie de amores o amantes en la memoria de las personas que se han cruzado en nuestra vida. Creo que de eso trata la última novela de Javier Marías que parte de la evidencia: nos enamoramos antes de quien tenemos al lado o somos amados por la persona que se cruza cada día con nosotros antes que por otra a quien solo veremos una vez y de pasada. Creo que el amor es muy similar a una obra literaria. Me explico. Flaubert escribió a Colet que un gran párrafo no pasa a la historia, más bien termina como folio arrugado en la papelera. Sin embargo, el conjunto de la obra sí permanecerá con todos sus aciertos e imperfecciones. La ética del escritor verdadero exige que muestre todo su poder y debilidad en su obra. Quien no entiende esto está perdido en cuanto a literatura se refiere.

Hoy formaba parte de un jurado constituido para otorgar un premio literario. Era la primera vez. Ha reinado un clima de camaradería y buena educación. Cumplimiento estricto de las normas encaminadas a lograr la objetividad y ecuanimidad del fallo. Me recuerda al principio de una novela de Vargas Llosa, «¿Cuándo se jodió el Perú?». Es decir, ¿en qué momento se jode todo? Porque siempre hay un instante en que todo se tuerce y se va al carajo. Ahí normalmente son ellos los causantes. Pero, ¿cuál es ese momento? No dejo de hacerme esa pregunta.

Después tres horas de ejercicio físico agotador. Pron, en su última novela, habla de la pérdida de memoria que causa el consumo de benzodiacepinas, el dulce sueño inducido. Apenas comienzo a leer la nueva entrega de quien está llamado a ser uno de los grandes y constato que se supera. Todavía no ha tocado techo.

Antònia Font y Manel presentan sus discos en Madrid. El error estaba en pedir que estudiaran Ausiàs March en la escuela. No hay que enfadarse por este motivo.

 

Os recomiendo este artículo.

En realidad todo empezó en el momento en que me gustó la última novela de Javier Marías. Días antes apenas había podido acabar la de Pynchon. ¿Entraba en un nuevo ciclo de retribución kármica? Aunque Azúa nos decía que todo es negociable (creo que se refería a la posibilidad a no contestar preguntas impertinentes sobre la realidad de un totalitarismo simpático), la honestidad intelectual debe estar por encima del afecto y el cariño. Tengo una idea sobre la literatura, una visión determinada del hecho literario y no sé si soy capaz de transmitirla de manera efectiva. Como no soy marxista, no apoyo mis hipótesis en datos extraídos de la realidad sino al revés, contrasto mi hipótesis con la realidad y allí donde falla aquella encuentro satisfacción. La vida es más que el pensamiento y no podemos definir la realidad, solo aproximarnos a ella mediante el lenguaje (matemático, poético, plástico, musical…). El humano es una máquina de generar documentos sígnicos. Hasta he recurrido a los vigorosos vapores de la marihuana para descubrir pensamientos bellísimos: el espejo de Alicia es la paradoja del primitivo de Kant. Esto era evidente y ya lo llevaba dentro desde hacía mucho tiempo pero nunca establecí de manera consciente la ruta que conectaba esos dos materiales. Me ayudó mucho la escultura de Richard Serra, la posibilidad de retorcer un material como el acero envejecido y hacerlo pasar a ojos del espectador como un producto de la naturaleza. Conocí la semana pasada a Eduardo Infante quien expone en la Parking Gallery. Es un pintor muy influido por Wittgenstein. Está clarísimo en sus cuadros, allí hay una propuesta doble: pictórica por un lado, todavía demasiado dominada por los grises y las sombras aunque está evolucionando hacia una ampliación de la gama cromática y, por otro lado, un plano narrativo marcado por la filosofía del lenguaje de Wittgenstein. Infante pinta cuadros religiosos en los que el elemento simbólico ha desaparecido. Si el lenguaje define el mundo, el mundo es el lenguaje. Hoy ya no podemos comunicarnos con el Creador mediante fórmulas medievales. Esto lo sabe hasta Benedicto XVI quien, responsablemente, guarda silencio y sigue rezando como si nada hubiera pasado. A Infante le compramos un cuadro modesto donde podría hablarse del sacrificio de Abraham o incluso del bautismo de Juan. Evidentemente el papel del observador es determinante en su propuesta estética. Vivimos un momento esplendoroso en las artes. Os dejo alguna de las canciones que me acompañan durante estos días.

Lost paradise.

La letra parece una enumeración de Perec.

Esta ha sido un gran éxito.

Humor reconfortante.

En un país sensato estos tipos coparían los más altos cargos del Ministerio de Cultura, tomarían posesión y automáticamente lo disolverían.

Os recuerdo que hoy a las 20.00 horas nos reunimos en la nueva biblioteca para comentar Los enamoramientos, de Javier Marías.

Os adjunto un enlace a una interesante entrevista a los libreros de Tipos infames.