He contestado a mi amigo, abiertamente.

 

Me he propuesto hincar el diente a los jóvenes narradores norteamericanos, esos que según Azúa y un borracho instalado a perpetuidad en la librería Shakespeare and Co de París ignoran el verdadero valor de las palabras. Sí, posee una silueta poderosa aunque a ella no le gusta nada que le recuerden su fortaleza. Aproximarse a la intimidad de una persona es atravesar un campo minado. Recordaba al mejor Keats cuando recibí tu mensaje, presentías morir joven. Esta tarde decía que mi vida era la suya a cámara rápida. Jamás tendré entre mis brazos una mujer tan bella. Dicho esto, nada temo. Keats se refería a los senadores ancianos como cipreses verdes. Esos que pueblan los cementerios y se alimentan de restos humanos. La figura es de belleza extraordinaria. Transmite silencio, una calma prolongada que desafía al tiempo. Nos recuerda que los grandes hombres han crecido gracias a la multitud anónima, por eso son grandes como cipreses de cementerio. Fíjate en un verso de Cavafis en el que un joven de veintinueve, a la salida de un trabajo rutinario y mal pagado, se desliza por las calles de Alejandría hasta una pañería en la que pregunta a la dependienta, a quien suponemos que ama, por la calidad de un pañuelo. El poema se titula Preguntaba por la calidad y sin duda es un ataque contundente contra el donjuanismo. Creo que muchos norteamericanos están abrazando el neokantismo. Un poco hartos de nihilismo calvinista de la costa este son partidarios de una cobertura sanitaria universal, de una escuela pública y de la prohibición de la venta y posesión de armas. Anoche pensaba en lanzar, dentro del entramado empresarial Observadordeportopi, una línea de camisetas estampadas con mensajes del tipo «American dream is over» o «Hey tío, aquí te prestamos atención». James Frey en Bright shiny morning propone una novela coral que avanza al paso del transitar histórico de la ciudad de Los Ángeles. Los personajes son inmigrantes, acuden a LA para realizar un sueño. Frey nos recuerda que sus deseos eran sueños sencillamente porque jamás se harían realidad. Hay un borracho que duerme en el váter de un taco bar y pasa el día sentado sobre la arena de la playa oteando el horizonte a la espera de respuestas, una joven hija de inmigrantes mexicanos que se encierra en su habitación acomplejada por el tamaño de sus muslos, una pareja que duerme en un camión, un mecánico casado con una dependienta de un 99cents store que siente como el desapego y el desamor vestidos de desinterés se instala en su relación, un negro cuyo objetivo es proporcionar a la clase media un pasatiempo a precio asequible y que termina por construir un campo de golf con atracciones para niños, el Putt Putt Bonanza. Todo eso da un poco de miedo. En California hace calor pero las relaciones son gélidas. No sé qué sucede alrededor nuestro. Me siento un poco dostoievskiano y estoy a punto de escribir que sólo el amor redime, sólo el amor, por su parte de irracionalidad y visceralidad, cura determinadas heridas.